Todos los días del año son el día de “ponga_aquí_una_chorrada”. De esos días en los que mucha gente hace una pequeña donación contra el cáncer de “ponga_aquí_una_parte_del_cuerpo_humano” a cambio de una pegatina o lazo de color y lo muestran con orgullo como si fueran mejores personas que los que no lo llevan. Mañana ya será otro día y ya ni me acordaré de esa gente que tiene que sufrir los estragos de la quimioterapia o el hambre en el mundo. Pues hoy toca el día del orgullo “friki”.
“Friki” viene de la palabra inglesa “freak”:
freak [frɪ:k]
I |
nombre 1 monstruo 2 familiar estrafalario,-a 3 familiar fanático,-a a music freak, un fanático de la música 4 a freak of nature, un capricho de la naturaleza |
II |
adjetivo 1 insólito,-a a freak storm, una tormenta inesperada |
Los “freak” originales eran por ejemplo el hombre elefante (Joseph Carey Merrick) (recomiendo ver la película de David Lynch), los gemelos originales de Siam (Chang y Eng Búnker), la familia Doll, la mujer lobo (Julia Pastrana) (u otras personas con hipertricosis) y un largo etcétera. Al fin y al cabo gente con enfermedades congénitas.
Con el tiempo en el castellano la palabra se ha ido deformando hasta crearse el anglicismo “friki”, perdiendo su significado original para tomar la acepción de “fanático” pero casi exclusivamente para temas como por ejemplo el manga, anime, rol, cómic, figuritas, ciencia ficción, cosplay, etc. Otaku, el equivalente japonés, sin embargo mantiene el significado de fanático ya que describe a un fan de cualquier cosa (se puede ser otaku de la música o la cocina por ejemplo), pero en Japón tiene a vece un matiz despectivo (incluso de insulto) ya que algunos otakus se dedican a su afición de manera obsesiva hasta le punto de aislarse de la sociedad.
Yo no me considero “friki”. Y eso que me lo hayan llamado muchas veces. Aunque me guste la ciencia (si hablo del gato de Schrödinger ya me dicen que soy “friki”), los ordenadores (por instalarme una máquina virtual que ejecuta el sistema operativo de mi móvil ya soy “friki”, otra vez), las películas de ciencia ficción (por ir a ver a Edward James Olmos con pase de prensa), por comprarme una consola antigua por 60€ y tenga la habitación llena de cacharros no me considero una persona estrafalaria ni fanática. Al menos me considero menos estrafalario y fanático que cualquier cani pastillero o aficionado al tuning que se gasta más dinero en su coche que en comer.
A mi me parece muy bien que os disfracéis, vayáis a convenciones de Star Wars, juguéis a rol (como hacen varios de mis amigos) o veáis todo el anime del mundo. Lo que me revienta es que uséis con “orgullo” una palabra con matices despectivos para autodefiniros y que dejéis que se rían de vosotros a la cara año tras año por estas fechas cuando los del telediario de turno os sacan por la tele.